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El abonado consiste en añadir a la tierra sustancian que aumenten su fertilidad. El terreno en su estado natural contiene la cantidad suficiente de los elementos que las plantas necesitan para alimentarse. El cultivo de algunas especies de plantas en el mismo sitio durante mucho tiempo provoca el agotamiento de ciertos nutrientes. Es cuando se hace necesario el restablecerlos mediante el abonado. Abonamos la tierra para enriquecerla y aumentar su fertilidad.

Abona el jardinero y abona el agricultor con el mismo propósito: que las plantas crezcan más y mejor y que su producción, ya sea de flores o de alimentos, también se incremente. Para el abonado utilizamos los llamados abonos o fertilizantes, que pueden ser tanto sustancias orgánicas como inorgánicas, éstas últimas normalmente químicas.

abono granulado azul
abono químico en forma de gránulos

LOS NUTRIENTES

Los nutrientes son las sustancias químicas que las plantas necesitan para su alimentación y desarrollo. Algunos los encuentran en gran cantidad en el aire y en el agua, como el Carbono (C), el Oxigeno (O) y el Hidrógeno (H). Otros elementos químicos importantes, los nutrientes primarios o macronutrientes, se obtienen del suelo. Cuando se cultiva se produce un desgaste y es necesario reponer a menudo estas sustancias mediante el abonado.

Macronutrientes
Los macronutrientes que se encuentran en la tierra y que son utilizados en gran proporción por las plantas son:
Nitrógeno (N): necesario para el crecimiento de las plantas. Da al follaje un tono verde intenso. Su carencia produce plantas débiles, poco desarrolladas, de hojas amarillentas. Está presente en el aire, pero los vegetales sólo lo asimilan del suelo por las raíces, a excepción de las leguminosas. El agua de lluvia incorpora a la tierra una forma de nitrógeno (amoniacal) utilizable por las plantas.
Fósforo (P): necesario para el desarrollo radicular de las plantas jóvenes y para la floración. Los síntomas que provoca su carencia no son muy evidentes, ocasionando en ocasiones hojas enrojecidas, raíces subdesarrolladas y frutos de pequeño tamaño.
Potasio (K): Participa en el desarrollo general de las plantas y sobre todo en la floración.

También son utilizados por las plantas en una cantidad menor, aunque apreciable, el calcio (Ca), el magnesio (Mg) y el Azufre (S).

carpas en otoño
Saco de mantillo, abono de origen orgánico

Micronutrientes:
Empleados todavía en menor medida, existen otros elementos también importantes para el crecimiento vegetal, son los llamados micronutrientes: hierro (F), cloro (C), boro (B), zinc (Zn), manganeso (Mn), cobre (Cu) y Molibdeno (Mo). Otras sustancias no participan directamente en el desarrollo de las plantas, pero pueden serles de utilidad: sodio (Na), silicio (Si), cobalto (Co), cromo (Cr), titanio (Tn), vanadio (Va).
Todos estos elementos suelen están presentes de forma natural en el suelo, aunque hay que hacer aportes esporádicos para prevenir deficiencias.

De los nutrientes de segundo orden, éstos son los que debemos incorporar a menudo a la tierra de nuestras plantas:
Hierro: Un síntoma claro de su carencia es el amarilleo de las hojas. Es recomendable añadirlo en forma de quelatos, especialmente en los suelos ácidos, para que pueda ser asimilado por las raíces.
Calcio: No es necesario incorporarlo en suelos alcalinos, en los que ya está presente en buena cantidad. El aporte regular de cal contrarresta la acidez del terreno y facilita el calcio necesario para las plantas.

Magnesio: A veces es conveniente en los suelos ácidos.
Azufre: Suele estar presente en la tierra. Muchos abonos químicos también lo incorporan.
Cloro: También esta en la tierra y se añade a algunos abonos químicos.
Boro: Otro elemento que suele estar presente en la tierra del jardín.

La necesidad de estos elementos cambia en función del tipo de plantas, el estado de su desarrollo, la época, etc. Aún así, para que cada uno de ellos actúe con eficacia debe haber la cantidad adecuada de los otros. Conviene por lo tanto que estén presentes en la tierra de forma equilibrada. Por ello el abonado correcto es aquel que añade todas estas sustancias en la cantidad precisa.

vaca
Es estiercol de origen animal es uno de los abonos
más utilizados desde la antigüedad

Es conveniente el empleo de fertilizantes que lleven magnesio, hierro, boro y manganeso. Se puede aumentar más la cantidad de hierro para compensar la alcalinidad de ciertos suelos, especialmente cuando hay en ellos plantas acidófilas.
Cuando se añade una sustancia, al pasar un tiempo, parte de ella acaba combinándose con otras del suelo de tal forma que las plantas no podrán aprovecharla. Esto se debe a que las raíces sólo pueden absorber los elementos químicos si se encuentran en la tierra de determinada forma. Por esto y por el desgaste continuo de nutrientes que realizan las plantas se hace necesario el abonado regular.

LOS ABONOS
El abonado mejora la riqueza y fertilidad del terreno. Existen dos clases de abonos: los orgánicos (como el estiércol, el mantillo, el guano, etc.) y los inorgánicos, que suelen ser químicos. Los abonos orgánicos aportan nutrientes y gran cantidad de bacterias. No actúan tan deprisa, pero a la larga mejoran la calidad del suelo ya que propician la creación de humus. Los abonos químicos son muy eficientes, cómodos de usar y actúan mucho más rápido. Sin embargo, pueden acabar con la vida microbiana de terreno y necesitan ser reincorporados a menudo. Lo ideal para conseguir unos buenos resultados es la combinación de ambos.

Abonos Orgánicos
Los abonos orgánicos aportan numerosos beneficios para las plantas, como bacterias y los nutrientes que necesitan. Pueden proceder de restos orgánicos en descomposición, como el estiércol, o que no estén descompuestos como la paja o los restos vegetales verdes. Su efecto no es tan rápido como el de los abonos químicos, pero a la larga consiguen mejorar la calidad y estructura del terreno haciéndolo más blando, esponjoso y permeable, más fértil en definitiva.

hojas secas, acolchado
Montón de hojas secas listas para
ser usadas como acolchado vegetal

El aporte de abonos orgánicos previene la erosión y mejora la estructura del terreno, haciéndolo más blando y poroso. Favorece la circulación del aire y del agua y la retención de la humedad, ayudando a regular la temperatura de la tierra, lo que evita los extremos de frío y de calor en invierno y en verano. Mediante su descomposición lenta, durante largos periodos aportan a las plantas nutrientes como el nitrógeno y otras sustancias útiles. Favorece la creación de humus, la materia orgánica descompuesta. Contribuyen al desarrollo de microorganismos, tan útiles para las plantas y la formación de materia orgánica descompuesta o humus. El aporte de abono orgánico también retrasa la fijación de nutrientes en la tierra, lo que provoca que no puedan ser aprovechados por las plantas.

La mejor época para la aplicación de los abonos orgánicos es antes del invierno, incorporándolos al terreno mediante el arado o una cava profunda. También se pueden añadir después, cuando pase el peligro de las heladas, aunque será menos efectivo. Entonces se hará con un cavado superficial y combinándolo con algún abono químico de liberación lenta.

Los abonos orgánicos más utilizados son:
Estiércol: de origen animal. Debe tener varios años para que esté bien maduro y encontrarse libre de semillas de malas hierbas.
Compost o mantillo: proviene del reciclaje de algunas basuras orgánicas. En ocasiones se utilizan lombrices para mejorar su composición. No llega a ser tan completo en nutrientes como el estiércol.
Productos animales: como harina de huesos, sangre seca, pezuñas y cuernos molidos, etc. Añaden muchos nutrientes útiles al suelo, pero son difíciles de encontrar y delicados de aplicar.
Abono verde: son plantas, como la colza o la mostaza, que se cultivan para enterrarlas y proporcionar materia orgánica al terrenos problemáticos como los arenosos o calizos.
Acolchados vegetales: de paja, hojas, etc. Aunque no se trata de abono propiamente dicho, actúan a largo plazo al incorporarse lentamente y mejorando la retención de humedad y la calidad general del suelo. También protegen las raíces de las heladas en invierno.

abono líquido
abono químico líquido

Abonos químicos o inorgánicos
Los abonos inorgánicos o químicos son más sencillos y directos de utilizar. Contienen todos los elementos necesarios y actúan con rapidez, aportando a las plantas elementos que pueden asimilar de forma directa. Aunque tienen algunos inconvenientes, como que pueden destruir las bacterias beneficiosas que ayudan a las plantas a asimilar los nutrientes y también crean cierta dependencia, siendo necesario el aporte continuado de estos fertilizantes químicos. Por ello es aconsejable combinar su utilización con la de los abonos orgánicos.
Ciertos minerales, como la cal o el hierro, se añaden también para corregir problemas del suelo como puedan ser la acidez, la alcalinidad o la carencia de algún oligoelemento.

Los abonos químicos pueden ser simples o compuestos. Los abonos simples contienen un solo componente, como el nitrógeno, el fósforo o el potasio. Los compuestos combinan diversos elementos. También existen abonos químicos de acción rápida y otros de liberación lenta.

Abonos simples
El uso de los fertilizantes simples está indicado en los monocultivos, de una sola especie de planta, y lo normal es que los apliquen los profesionales o gente con experiencia. El mezclar abonos químicos incompatibles puede provocar reacciones químicas que disminuyen la fertilización y hasta pueden perjudicar a las plantas. Al jardinero aficionado le será más fácil y práctico utilizar los abonos compuestos ya elaborados, según las necesidades de su suelo y de sus plantas, con la única precaución de seguir las instrucciones del producto.

Abonos compuestos
Los abonos compuestos son los más convenientes para el jardinero aficionado, mejor si además se combinan con el empleo de abonos orgánicos. Los abonos químicos compuestos contienen los elementos primarios en distintas proporciones: nitrógeno (N), fósforo (P) y potásio (K). También pueden verse enriquecidos con microelementos como el hierro, boro, magnesio, etc. En el envase del producto habrá tres números que indican la proporción de cada elemento en el orden N - P - K. Por ejemplo, los números 5 - 7 - 10 nos dicen que hay una composición de 5% de nitrógeno, 7% de fósforo y 10% de potasio. Este abono, rico en potasio, sería el indicado para estimular la producción de flores o de tomates, por ejemplo. Si lo que predomina es el nitrógeno sería bueno para que el crecimiento del césped o del follaje de las plantas. Con las proporciones igualadas, como 10 - 10 -10, se trataría de un abono de uso general.
Los abonos compuestos pueden venir en forma líquida o granulada. El abono líquido sale más caro, pero resulta más fácil de guardar y manejar si no hay grandes necesidades, como cuando se trata de abonar los tiestos de una terraza. El abono granulado tiene mejor precio, viene en bolsas y sacos de distintos tamaños, y el problema con ellos es que nos duren demasiado tiempo, pues a la larga pierden efectividad. Como es lógico, cuanto más pequeño es el envase, más caro resulta.
Al abono granulado se le añade en ocasiones un producto que retrasa su disolución, convirtiéndolo así en un abono de liberación lenta. Este abono actúa despacio y puede permanecer en la tierra durante meses alimentando a las plantas. Si el abono se incorpora enseguida al suelo es de liberación rápida, sus efectos se notan de forma inmediata pero también se agota antes y es necesario reponerlo a menudo.

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