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La robinia es un árbol caducifolio de la familia de las fabáceas. Puede alcanzar hasta 20 ó 25 m de altura. Tronco acanalado en profundas estrías. Ramas con púas. Elegante y ligero follaje. Hojas alargadas, pinnadas, con numerosos foliolos. Las estípulas en ocasiones son espinosas. Florece al final de la primavera en racimos de flores amariposadas y muy olorosas que además son comestibles, llamadas “pan y quesillo”. El fruto es una legumbre de unos 10 cm. Suele confundirse con la acacia, de ahí su nombre. También se parece mucho a la acacia del Japón o sophora, pero aquella florece en verano, carece de espinas y tiene los foliolos puntiagudos.
Variedades:
Robinia pseudoacacia "Frisia", de
unos 9 m. Las hojas, escalonadas, permanecen siempre en vistosos tonos
dorados.
Originario: de la zona este de los Estados Unidos, habita en la mayor parte de Europa.
Detalle del tronco de la robinia
Situación: necesita mucha luz, a pleno sol. Sin demasiadas exigencias, se desarrolla en cualquier clase de suelos, aunque los prefiere ligeramente alcalinos, arenosos, húmedos y con buen drenaje, mejor si son pobres, lo cual facilita una mayor resistencia del árbol a las inclemencias del tiempo. Pero no conviene situarla en sitios con mucho viento. La robinia enriquece el suelo que la rodea, incorporando nitrógeno a través de sus raíces.
Cultivo: muy interesante como ejemplar aislado. Se emplea como ornamental en jardines y avenidas. Su madera es muy pesada, habiéndose empleado para fabricar barcos y postes.
Poda: la mínima de adultos. Durante la formación mantener un sólo tronco dominante. Llegado el verano se puede recortar la madera seca o dañada.
Multiplicación: separando brotes que tengan raíz, a partir del otoño.