
Detalle de la flor de la malva
Puede llegar a medir hasta 1 m. de alto. Su tallo es más bien erguido, ramificado y algo leñoso en la base. Tiene las hojas alternas, de unos 10 cm., unas brotan de la raíz y otras nacen del tallo. Las primeras poseen el pecíolo largo y el las otras es más corto. Las estípulas están divididas y el pecíolo y las hojas, recubiertos de vello. Las hojas son lobuladas, teniendo de 5 a 7 lóbulos. En los nervios de las hojas hay unas glandulillas. Florece desde comienzos del verano hasta bien entrado el otoño. Las flores nacen en las axilas de las hojas, en grupos de uno, dos o tres pares; cuentan con cinco pétalos de color malva, con la base estrechada, una depresión en el extremo y recorridos por tres líneas longitudinales de color púrpura. El fruto tiene varias divisiones, cada una con una semilla seca. Las hojas y las flores son ricas en mucílagos y se emplean en medicina como remedio contra la tos.

Flor de la malva con sus 5 pétalos veteados de púrpura
Especies y variedades:
Malva sylvestris mauritiana, nativa de la región mediterránea, es una planta robusta aprovechada para la elaboración de medicamentos.
M. sylvestris ‘Primley Blue’, es una variedad ornamental que da flores de color púrpura con las líneas azul oscuro.
Malva moschata, natural de Europa. Es una planta perenne. Tiene las hojas estrechas y aromáticas si se las estruja. Produce flores de color blanco, rosa, púrpura o azulado. También se utiliza como ornamental.
M. moschata ‘Alba’, tiene las flores de color blanco.
Originaria: del centro y del sur de Europa y del norte de África.
Situación: a pleno sol, aunque soporta una sombra ligera. Le gustan las tierras yermas, secas, siempre que cuenten con un buen drenaje y en las que no falte el nitrógeno. Es resistente al frío y a los calores fuertes.
Cultivo: la malva es una planta rústica, silvestre, muy común en los campos, terrenos baldíos y al borde de los caminos. Cultivada como ornamental es útil en las borduras y para el arríate herbáceo.

Hoja recubierta de pelillos en la que casi no se aprecian los lóbulos