Los frutos, secos y duros, tienen muchos ganchos con los que se prenden en los animales para diseminarse y con los que pueden causarles serias heridas. Por estos ganchos tan peliagudos recibe el apelativo de “garra del diablo”. Cada fruto contiene docenas de pequeñas semillas. Debido a la sobre explotación descontrolada ha estado a punto de extinguirse en sus países de origen. Es en las raíces secundarias donde se concentran las sustancias útiles, los glucoiridoides, de manifiestas propiedades analgésicas y antiinflamatorias.
El harpagofito se emplea en fitoterapia para el alivio sintomático de los dolores leves en las articulaciones, que pueden ser causados por la inflamación de éstas o por distintas enfermedades. Se ha demostrado eficaz en el tratamiento del reuma, la artrosis, la gota y otros procesos dolorosos articulares. Produce un alivio del dolor y ayuda a mejorar el movimiento y la flexibilidad de las articulaciones. También lo emplean los deportistas cuando debido a su actividad sufren tendiditis y otras molestias articulares.
En sus lugares de origen el harpagofito se ha utilizado de forma tradicional como remedio de la falta de apetito y de los desarreglos digestivos moderados, además de antidiabético, antiinflamatorio, para aliviar dolores, etc.
Otra ventaja del harpagofito es que no produce ningún efecto secundario negativo, como sí ocurre con los antiinflatorios farmacéuticos tradicionales. Se convierte por lo tanto en una alternativa eficiente y saludable a esos tratamientos que a medio y largo plazo suelen castigar órganos como el estómago o el hígado.